¿A quién pertenece un tuit? La pregunta puede parecer trivial, dado que la mayor parte de los usuarios vuelca ideas inconexas y fugaces sobre una plataforma que prioriza la conversación orgánica. Pero adquiere relevancia si alguien, pongamos el abogado de la SGAE, Pedro Letai, publica tuits de otros usuarios sin su permiso o atribución. Es exactamente lo que ha sucedido. O al menos de lo que se le acusa.
¿Qué pasa? Letai presentaba esta semana Las cosas que no pueden ser, un libro dedicado al noble ejercicio del aforismo en plena era de las redes sociales. Como tal, estaba plagado de frases fantásticas ("¿Para qué queremos a Dios si tenemos ibuprofeno, que perdona igual pero no juzga?")... Plagiadas (presuntamente) a tuiteros anónimos. Es el caso de @CaryGooper, cuya denuncia acumula hoy miles de retuits.
Pues veréis, amigos, os voy a contar una historia: me he topado con esta entrevista a un tal Pedro Letai sobre su libro de *aforismos* y me he quedado pensando "joder ¿de qué me suena esa frase?".
— Cary Gooper (@Carygooper) 16 de enero de 2019
Ah, ya sé, la escribí yo con 23 años xDDD (sigue). pic.twitter.com/4BFQcLLt2P
Gooper incluye varios ejemplos. Otros usuarios como @CharoLagares ya le habían acusado con anterioridad.
¿Por qué importa? Primero, por la SGAE. Letai es poeta y novelista, pero también el abogado de la asociación. La asociación se hizo célebre a mediados de la pasada década por perseguir (en ocasiones de forma inmisericorde) a todas aquellas figuras o instituciones que utilizaran las obras de sus representados sin permiso (y sin pagar). Sus tácticas leoninas y su gran celo le granjearon escasa popularidad.
Hoy resulta paradójico que uno de sus abogados, también experto en propiedad intelectual, se sirva de tuits ajenos para un libro.
Y por Twitter. La historia es interesante por sus ramificaciones. ¿Es tuyo un tuit? Por un lado, sí. En sus Condiciones de Servicio, Twitter explica lo siguiente:
Usted conserva sus derechos sobre cualquier Contenido que envíe, publique o muestre a través de nuestros Servicios. Lo que es suyo, es suyo: usted es el dueño de su Contenido (y del audio incorporado, las fotos y vídeos que se consideren parte del Contenido).
Ahora bien, como explica aquí Borja Adsuara, abogado y experto en propiedad intelectual, el diablo se esconde en los detalles. A grandes rasgos, "tus derechos" quedan supeditados a dos grandes condicionales:
Por un lado, Twitter se reserva el derecho exclusivo a utilizar el material original que subas a la plataforma. Puede utilizarlo y reproducirlo del modo que mejor considere. Es decir, es suyo.
Por otro lado, también puede cederlo a terceros de forma unilateral (es decir, sin pedirte permiso o sin remunerarte por ello). Si la editorial de Letai, La Huerta Grande, hubiera contactado con Twitter para licenciar los tuits de Gooper y otros... No habría plagio.
Qué dice la ley. El propio Adsuara analiza aquí (y otros expertos tanto aquí como aquí) el rol de la Ley de Propiedad Intelectual. Los tuits navegan un espacio de grises, dado que no están incluidos explícitamente en el texto (de 1996). Sin embargo, la ley sí explica que cualquier contenido "original" queda protegido y es propiedad intelectual de su autor. Por aquí caben los matices: ¿qué se considera en rigor "original"?
La defensa. En parte, es lo que argumenta Letai cuestionado por El Español: "Seguro que [el libro] contiene frases (...) que otros hayan podido expresar con anterioridad de forma igual o parecida". Es decir, aquellas eran ideas tan originales como las suyas, y sólo es mera coincidencia que dos personas hayan llegado a similares aforismos/tuits. La similitud de las frases es elevadísima en casi todos los casos.
Plagio o no, si la SGAE (o cualquier otra persona) te copia un tuit tienes margen de maniobra legal. Aunque no siempre todas las de ganar.
Imagen: Marten Bjork/Unsplash